Por Esmeralda García, Ivanhoe Sol
Este mes, nuestro enfoque en la comunidad es Francisca Ramírez.
Su vecina, Sonia, nominó a Francisca y dice: “Siempre la he visto como una vecina increíble que nunca quiso ser reconocida a pesar de que hizo y hace tanto”.
Francisca Ramírez nació en San Julián, Jalisco, México y es una de tres hijos. Creció en una pequeña comunidad donde no había escuela. Por suerte, tenía un primo mayor que era maestro y pudo aprender a leer y escribir un poco. Más tarde en la vida, Francisca se casó con su esposo y ocho días después cruzó a los Estados Unidos. Primero llegaron a Kingsburg y luego se mudaron a Ivanhoe en 1984.
Cuando el presidente Ronald Reagan firmó la Ley de Amnistía en 1986, Francisca pudo solicitar la residencia y buscar trabajo. Su primer trabajo mientras vivía en Ivanhoe fue como costurera para Bayly Corporation en Visalia, un fabricante de ropa para hombres. Más tarde trabajó en Phillips Farms fuera de Ivanhoe donde empacó duraznos y ciruelas. Esa experiencia de empacado finalmente la llevó a Klink Citrus, donde trabajó durante 27 años.
Francisca y su esposo compraron una casa en 1990 y juntos tuvieron cinco hijos: Gaby, José, Luis, Adolfo y Daniela. Recuerda la dificultad de la Gran Helada en 1990, pero dijo que había ahorrado suficiente dinero para ayudar a su familia a sobrevivir mientras ella y su esposo estaban fuera de trabajo.
Las cosas difíciles llegaron para Francisca cuando su esposo falleció en 1998 y ella quedó para criar a sus cinco hijos sola. Compartió cómo trabajó tantas horas como pudo para poder proveer para su familia sin la ayuda del gobierno o de nadie más. Después de la muerte de su esposo, recuerda haberle dicho a sus hijos: “Todos pueden ver que caemos, pero pueden sentarse y ver cómo nos levantamos”. Finalmente pagó su casa mientras era una madre soltera trabajadora, y hoy ese hogar es donde disfruta de sus muchos nietos.
Mirando su comunidad de 30 años, Francisca dijo que le gustaría ver que todo Ivanhoe tenga mejores calles, pero en general está agradecida por el pequeño pueblo que le ayudó a tener un trabajo dentro de la comunidad. Durante nuestra entrevista, la hija de Francisca, Daniela, describió a su madre como una guerrera. Ese espíritu de lucha se capta en el consejo de Francisca para la vida: “Lucha por tu propósito, sigue adelante y haz lo mejor para seguir avanzando”.
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